1. No, no se sabe quien descubrió la pólvora (nitrato potásico o
cálcico según la época + azufre + carbón) ni por qué ni el tiempo que hacía ese
día. Como tampoco sabemos y probablemente nunca lo hagamos quién la introdujo
en Europa ni cuando ni dónde. Sobre todo porque muy posiblemente el
descubrimiento tuvo lugar en muchos sitios por diferentes personas en distintos
momentos. A grandes rasgos hemos llegado a saber que en la China del siglo XI
se usaban ya cañones (ver punto 2), que en el siglo XII ya hay reproducciones
en miniaturas de cañones en Europa, y que en el XIV aparecen ya con cierta
dispersión y claridad en los documentos. Nada parece indicar que en el asedio
de Niebla de 1261 se usarán cañones (ver punto 2).
2. Lo que conocemos por “cañón” es un arma pirobalística de la
familia de la artillería que usa como propelente la pólvora y como fuerza
impulsora los gases resultantes de la deflagración de la misma. A un listo
medieval se le ocurrió esto que a nadie se le había ocurrido antes, usar la
pólvora para impulsar un proyectil. Antes la pólvora u otras sustancias
incendiarias, como el fuego griego, se habían usado para lanzarlas mediante
maquinarias diversas y dar por saco, pero siempre neurobalísticas, como la
torsión o el contrapeso. Nadie la había usado como sustancia impulsora.
3. Como un cañón es un tubo puede cargarse por la boca (avancarga)
o por la culata (retrocarga). Los primeros cañones utilizaron el primer
sistema, y sabemos que estaban en uso a finales del siglo XIII. Este sistema
tenía el inconveniente de que había que fundir el cañón en una sola pieza, para
lo cual la metalurgia no estaba lo suficientemente desarrollada y se generaban
numerosos fallos, y además era muy difícil hacer piezas de gran calibre.
Ya en el siglo XIV se opta por el segundo sistema, salvo para la
artillería de bronce que siguió con el primer sistema. Se desarrolla lo que es
el clásico cañón medieval de hierro. Una serie de láminas longitudinales
aseguradas con anillas transversales y con una recámara extraíble (una pequeña
cazoleta) en la que se introducía la pólvora. A principios del siglo XV se
desarrollan las gigantescas bombardas con calibres y pesos absolutamente
desmesurados.
4. Los medievales se dieron cuenta de que un cañón con una
recámara de trescientos kilos que había que “atornillar” al tubo cada vez...
que disparaba tres o cuatro veces al día y mal, y que nadie se atrevía a
disparar porque tenían tendencia a reventar (debido a la mala forja y escasa
estanqueidad), no servía para nada. Entonces a otro listo se le ocurrió hacer
los cañones mucho más pequeños pero hacer muchos más. Además, progresivamente
se fue volviendo a la avancarga, lo que los hacía más seguros, rápidos y
certeros. Y ahora los cañones si empezaron a hacer daño de verdad, de tal modo
que desde mediados del siglo XV las antiguas fortificaciones medievales
tuvieron que replantearse su función y morfología hasta tal punto que los castillos
medievales terminaron por desaparecer sustituidos por las fortificaciones
abaluartadas propias de los estados modernos.
Cantabria - La Cavada - Cañón del Fuerte de San Carlos |
5. Los artilleros se convirtieron en un cuerpo especializado y muy
prestigioso durante el siglo XV. Para finales de siglo, los principales
arquitectos italianos demostraban su valía principalmente en el ámbito de la
arquitectura fortificada. Miguel Ángel se consideraba a si mismo más que
escultor o pintor un ingeniero militar. Hoy sabemos que algunos maestros
artilleros castellanos influyeron en artistas italianos como Da Vinci, y que
sus realizaciones en arquitectura militar eran de las más avanzadas del
momento.
El hecho de que los maestros castellanos fueran ante todo
militares y desarrollaran su trabajo ante la premura de los cañones y los
asedios, y por tanto no tuvieran tiempo de desarrollar sus ideas en extensos
tratados o minuciosos dibujos (tampoco tenían que “vender” sus trabajos como
los italianos), ha impedido hasta hace poco una justa valoración de su
trascendencia.
6. No obstante lo dicho, hay numerosas anécdotas que ponen de
manifiesto como los procesos casi nunca son lineales y las realidades
teóricamente obsoletas pueden resucitar si se dan las circunstancias. Durante
la invasión española del México azteca, estando Cortés apurado por la falta de
munición, alguien se prestó a fabricar un trabuco. Una antigua máquina de
contrapeso que había dejado de usarse hacía casi medio siglo, pero que alguien
todavía recordaba haber visto construir en la lejana Extremadura de su
infancia. Se fabricó la máquina y disparó en efecto, pero el bolaño describió
una vertical perfecta ante la cara de susto de los presentes, cayendo
exactamente sobre la máquina.
Sobre lo de que los cañones dejaron obsoletos a los castillos
medievales es una buena cura ir a ver el Castillo de Belalcázar en Córdoba,
donde impactó en 1937 un proyectil de artillería de campaña, el cual apenas
arañó unos pocos sillares de la recia torre del homenaje en que impactó la
cual, a su bola, a tenor de lo que se ve, pasa mucho, como pasaba en su época,
de los cañones y de los nuevos tiempos.
Es posible que tengas razón si bien yo le achaco su descubrimiento hacia el año 1000 por los chinos para fuegos artificiales. Así las cosas la pólvora y su uso militar no deja de ser importante en tanto en cuanto se descubrió el cañón estriado. Con esto la bala era capaz de ser dirugida a voluntad del tirador y no a bocajarro como salía hasta entonces. En no poco el descubrimiento de este tipo de cañón colaboró al uso de uniformes de camuflaje cambiando por completo la indumentaria del soldado. Adiós pues al vistoso uniforme de rojo, verde y azul para dar salida al mimetismo y al francotirador.
ResponderEliminarEstoy completamente de acuerdo contigo
ResponderEliminar